LA TUSA
- Latriglia´s Voice
- 15 dic 2017
- 4 Min. de lectura
Durante estos días no sé por qué he tenido tantas historias de gente ajena que ha llegado a mí con cuentos de todo lo que les ha pasado en la post ruptura de una relación.

Evidentemente la tusa de un hombre es diferente a la de una mujer. Cada proceso es distinto, pero así mismo cambia según la historia si es hombre o mujer.
No estoy generalizando, no a todas nos han dado tusas así, pero es como una conclusión que he sacado de lo que he oído y he vivido. Así que me enfocaré en la típica tusa de las mujeres.
La tusa que se vive después de la relación, en la que pasamos meses llorando, escuchando canciones de los dos, canciones de despecho, recordando los buenos y malos momentos, con un dolor físico en la barriga y el corazón que se siente literalmente roto, viendo fotos o eliminándolas de las redes sociales, buscarlo en WhatsApp, ver la foto de perfil, pensar en escribirle y cerrarlo rápido para no ser tan tontas de escribirle.
Volver a nuestros amigos para sentirnos acompañadas, la estupidez que cometemos muchas de emborracharnos y tomarnos hasta el agua de los floreros, salir sin cesar para tratar de no pensar en nuestro ex, rogando en el fondo que nos encontremos a algunos de sus amigos porque no estamos preparadas para verlo a él personalmente, creyendo que sus amigos le van a contar que nos vieron y que lo habíamos superado, felices y divinas.
Pasando por la fase de tristeza a estar un poco dolidas y con rabia sin darnos cuenta.
Contar la historia una y otra vez a otras personas cercanas o ajenas muchas veces, pasar la película por nuestra mente con finales “felices” diferentes.
No falta la faceta de ira e intenso dolor, en la que cada vez que hablamos de nuestro ex no tenemos ningún pensamiento positivo hacia él y todo lo que tenga que ver con relaciones y amor, somos completamente indiferentes y reácidas al tema, aunque en el fondo queramos ese “amor verdadero”.
Poco a poco nos involucramos en alguna rutina o clases de ejercicio o alguna otra cosa, distrayendo la mente y ocupando el tiempo libre. Después de un tiempo pasa este dolor y esta rabia y empieza la resignación, a entender y acostumbrarse a no tener quién nos escriba, quién nos llame o con quién salir por un café o una cerveza.
Es entonces cuando ya casi no hablamos de nuestro ex así esté rondando en nuestra cabeza una y otra vez y si nos preguntan por él, contestamos monosílabamente, como quien no quiere hablar de la cosa.
Esta parte es difícil, pero cuando se logra entender o tal vez seguir cierta rutina sin pensar en él, es cuando creemos que empezamos a sanar, tal vez sí sana en gran parte, pero detrás de esto vienen muchas otras cosas, si realmente es así, uno pensará en estar solo un tiempo, y dedicarse tiempo para uno, para conocerse y entender en qué falló en muchos aspectos con la relación anterior.
Pero esta “soledad” o soltería tiene un arma de doble filo, muchas veces nos acostumbramos tanto a estar solteras, a dedicarnos tiempo para estar con amigos, conocer gente, sin que nadie nos haga pasar un mal rato y menos en enredarse la cabeza y el corazón, ya que al conocer a alguien que está en periodo de prueba, nos complicamos con esta persona porque sí, presentarlo a los amigos, que se integre y que entre al mundo de uno que está tan estable y cómodo no es tan fácil muchas veces.
Algunos lo llaman miedo, miedo de entregarse nuevamente y volver a sufrir. Porque bien dicen por ahí que “el que decide amar, decide sufrir”. Miedo en volver a confiar, en entregar todo y recibir poco a cambio.
Otros dicen que es egoísmo ya que todo está tan estable y dejar que una persona entre y de una u otra forma desacomoda esa zona de confort en la que uno vive, pero dar este gran paso es un avance muy grande.
También existe la tusa que uno vive durante la relación tormentosa, de pelea tras pelea con llorada en cada una de ellas, desgaste emocional y un poco de locura al no saber manejar la situación, pasar meses en este circulo vicioso sin tener el valor de terminarle la relación, hasta que algo nos hace terminar ya sea porque nos terminaron, hubo infidelidad de por medio o pasamos el límite de irrespeto.
Apenas se termina, obviamente analizarlo es complicado, no falta la borrachera terminando de sacar los pedazos de dolor que quedaron por dentro, o la llorada del siglo y prometernos que es la última vez que lloramos por nuestro ex, pero deja de doler rápidamente. Es aquí cuando uno termina de verdad con esa persona, uno descansa y siente que se quitó un peso enorme de encima, pues ya todo el llanto y el sufrimiento fue vivido junten la relación.
Definitivamente no hay nada más doloroso y desgastante que una tusa, pero nada más reconfortante que perdonar y amar nuevamente.
Commenti